La colonia Margarita
El nombre Margarita de esta colonia se establece por el año 1885 y permanece hasta el año 1889 con esta denominación, cuando se efectúa por decreto del Poder Ejecutivo Provincial el cambio del nombre quedando a partir del 6 junio de ese año como Colonia Gálvez.
Los nombres que recibe este lugar entre 1884 y 1889 son: Campo Gálvez, Colonia Gálvez, Campo Colonizado, Colonia Margarita (fines de 1885 hasta 1889) y luego Colonia Gálvez, para luego con el transcurso del tiempo perder esta denominación.
El nombre de la colonia
Respecto al nombre de la colonia Margarita, le corresponde (si no hubo otro destinatario) como homenaje del doctor José Gálvez a su señora madre según referencias ya desdibujadas por el tiempo.
Su madre fue doña Margarita Siburu.
Los comienzos
Por el año 1883 extensos campos de pastoreo iban a sufrir una importante transformación y a la escasa población nativa que existía dedicada al cuidado del ganado, se le sumarían a partir de ahí numerosos contingentes de familias para dedicarse a la agricultura.
Las personas llegaron aquí a mediados de 1882 contratados por el doctor José Gálvez para efectuar tareas en estos campos. Cuando llegaron sólo tenían los animales de tiro y el carro que le serviría para trasladarse hasta Las Tunas, lugar desde donde provenían por haberse establecido temporariamente, y hacer las tareas de carga y transporte de otros implementos de labranza.
Aquí sólo estaban el campo y los pastos naturales, no había construcciones de ninguna clase, por lo que el carro con que habían llegado le servía de techo para dormir y refugiarse un poco de las inclemencias del tiempo.
Decididos a trabajar como arrendatarios en este lugar y ubicados en la concesión que le habían asignado, fueron cada uno levantando un rancho con paredes de barro y techos de paja, precarias construcciones, pero que marcaron hitos de que este lugar comenzaba una nueva etapa; se poblaban nuevos campos que se integraban a los cultivos agrícolas, en especial el trigo.
Largas jornadas de esfuerzos jalonaron la vida de estos colonos y sus familias, a parte del trabajo diario de sol a sol en las tareas del campo y coraje para vencer los inconvenientes del medio, no tanto en causas meteorológicas, sino de los merodeadores, como ser, las incursiones de los bandidos rurales y otras contingencias por esos años formaban parte del tiempo colonizador.
El problema del indio en esta zona cuando comienza el poblamiento agrícola había desaparecido mucho tiempo antes.
Las cosechas de los primeros años de la colonia se derivaban hacia Coronda, Gessler e Irigoyen con destino a la molienda o también a Rosario desde Coronda por vía fluvial, hasta la llegada del FERROCARRIL a fines de 1886, a esta zona.
Los contratos de arrendamiento, al no permitir que el colono obtenga la propiedad de la tierra, hace que luego de algunos años, muchos arrendatarios, al no renovar contrato unos y por estar en condiciones de adquirir alguna propiedad otros, se alejaron para instalarse en otras colonias o si tenían algún oficio, en el pueblo, que se formó junto a la estación ferroviaria.
Ser propietario le permitía al colono mejorar el trabajo agrícola, poder participar en la escasa actividad política local y ser tenida en cuenta su opinión. Lo que no ocurría con los arrendatarios que eran marginados, diciéndose que como no pagaban impuestos fiscales, su opinión no tenía peso en las decisiones.
(fuente HISTORIA DE GÁLVEZ – Williams Nelso Alcaráz)
(imagen propiedad de www.galvezhoy.com.ar – https://galvezhoy.com.ar/impusieron-el-nombre-de-willams-nelso-alcaraz-al-museo-y-archivo-historico-regional/-)