Corría aproximadamente el año 1968 cuando Gilberto Luis Ferrero (para los más conocidos: Quinto, Negro) luego de un accidente laboral en el Taller de cromado y pulido donde trabajaba, compra el conocido quiosco de madera azul a la Sra. Alarcón, ubicado en la esquina de J. Newbery y Silvio Arcas. En esos años no existían los polirubros, por lo que la mercadería que se vendía era casi exclusiva de quioscos, como ser: tabaco, cigarrillos, caramelos, chicles, masitas, chocolates, etc.; también diarios y revistas los cuales eran entregados a domicilio.
En ese quiosco se charlaba mucho y variado, desde trabajo, deportes, religión y política, había de todos los signos partidarios, y en ese sentido, el quiosco fue emblemático.
Se disfrutaba mucho ver la gran cantidad de gente que se juntaba al medio día en las 5 esquinas luego de sonar la sirena de SanCor.
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Obreros metalúrgicos, lácteos y los chicos de varias escuelas que confluían en ese paso obligado a sus hogares.
La emblemática “5 esquinas” fue un polo comercial importante compuesto por una mercería de Evaristo Brarda. Estaba la bicicletería de don Baima, personaje serio si lo había, pero re bueno; nuestra primera bici fue de allí. También está el almacén de Marta y Estela Ambor, donde siempre ligábamos unas rojas de queso o mortadela, y a la vuelta el bar de Curti, famoso por el chopp y su mozo estrella Jorge Delgado. Al lado del bar, la verdulería de Norma Savarino de Lirusso…”no había mandarinas más ricas en todo Gálvez”; la pizzería de Alarcón, la que fue comprada posteriormente por Cardoso (el papá de Leta).
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Observando las fotos que hay, encontramos la famosa propagadora, donde se escuchaba música, propagandas comerciales y noticias necrológicas, con las voces de Doratto y Pietroni.
Un recuerdo especial a la familia de Vicente Spedaletti, que fueron muy solidarios con nosotras luego de que mi padre falleciera. Por 20 de junio estaba la carnicería de Porta, quien cortaba la carne con una rapidez increíble, y en la esquina la peluquería y barbería de Don Maule. Siguiendo una cuadra más la panadería de Aimo, su rico pan y sus facturas grandes.
Al lado de la mercería, sobre Silvio Arcas, estaba la peluquería de las hermanas Quiroga… era todo un logro quedarnos quieta, ya que no queríamos cortarnos el pelo.
Sobre la calle Sarmiento estaba la mercería de Herminio Cerliani, donde podías encontrar todo lo que se te ocurriera; también una familia muy solidaria.
Cuando la Municipalidad construye la rotonda para organizar el tránsito, el quiosco es trasladado al frente (20 de junio y Sarmiento, donde hoy está la virgen), construyéndose también la parada de colectivo. Así empezó la segunda etapa con una estructura de ladrillos y anexando otras mercaderías para la venta. Luego del fallecimiento de mi papá siguió adelante con el quiosco, mi mamá.
Fueron 37 años en total compartiendo con todos los protagonistas historia de trabajo y de vida que nos generaron a nosotros y a ellos muchísimos recuerdos.
Las 5 esquinas y el Quiosco fueron, son y serán parte de la historia viva de la ciudad.
FUENTE: relato de Por Sandra y Mara Ferrero en el publicado en el muro de Facebook de CeDa Gálvez